Cuando llegamos a San Marcos Sierra, para nuestras vacaciones, y nos dijeron que a diez minutos de combi, al pie del Uritorco, había un pueblito enteramente ocupado por extraterrestres venidos directamente desde Betelgeuse, manifesté mi inconmovible decisión científica de visitarlo. Mi mujer, que es indiferente a ese tipo de encantos de la astronomía, prefirió quedarse en el hotel, así que tomé la combi, con la sola compañía de seis peregrinos de túnica que farfullaban todo el tiempo en urdu, y una chica que sostenía en una mano la piedra zulú contra el mal de ojo y un libro de Krishnamurti en la otra; según me dijo, se llamaba Livia, y desde su iniciación en la Comunidad de la Galaxia vivía esperando este día en que tendría un contacto de grado diez (así dijo) con los visitantes de Betelgeuse. Betelgeuse, me explicó, es una enorme estrella a punto de convertirse en supernova y estallar, desde donde ellos traen su mensaje de amor y de paz, y se encargan del mantenimiento de una espec...